miércoles, 22 de octubre de 2008

Inter aprendizaje académico

Es imposible enseñar sin aprender, no sólo de la ciencia, de los libros, sino también, y de manera fundamental, entre nosotros, entre quienes formamos parte de una institución educativa.
Les sugiero, que piensen en la práctica de ustedes: ¿cuántas horas tienen a la semana para estudiar?, ¿con cuántos colegas estudian e intercambian conceptos y experiencias?, ¿en cuántos foros, seminarios, talleres de aprendizaje mutuo (de interaprendizaje, decía don Simón Rodríguez) participan al año?

El tiempo del estudio, de la lectura, del compartir y del interaprendizaje, se ha venido estrechando en nuestras instituciones. No es mi intención señalar a nadie, ni abrir una línea de crítica a la universidad. Me interesa invitarlos a que centremos la mirada en nuestra profesión. Si su sentido es que los otros aprendan, si para ello necesitamos como agua de mayo (como se dice en México) aprender,¿qué tanta libertad tenemos para ello?

Me refiero a la libertad personal, en el sentido del tiempo necesario; a la libertad grupal, en el sentido de contar con espacios y también tiempos para interactuar; me refiero a la libertad para promover y acompañar el aprendizaje de nuestros estudiantes, en el sentido de poder ir más allá de lo que sucede en una hora de clases para integrar saberes de otras asignaturas, prácticas en conjunto, logros que trasciendan un fragmento de conocimientos.

No hay educación que pueda preciar de tal sin aprendizaje, y éste corresponde tanto a los estudiantes como a los docentes.


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